Vas a Cannes - La Crónica - 1a parte

Vas a Cannes

Por Rafa López

Las luces se apagan, estas en lo que parece una nave industrial con capacidad para tres mil personas, no puedes ver nada a tu alrededor, es literal, tinieblas, de pronto un rectángulo gigantesco se enciende frente a ti y ves el fondo del mar y unas escaleras de cristal que se levantan entre las aguas. Lo que oyes es una melodía que te seduce como si estuvieras entrando en un bosque encantado. Las escaleras de cristal emergen de las aguas y se levantan hasta llegar al firmamento y ahí donde las supernovas moradas se pierden entre lo negro del universo, las escaleras de cristal se detienen para presentarte el símbolo de una palma dorada y el texto “Festival de Cannes”, en ese momento la sala estalla en gritos y aplausos. Te das cuenta que estas siendo parte de un instante, es una premiere y que estás en el Teatro Lumiere en Cannes, Francia.

El interior del Teatro Lumiere. Sede de las películas que son selección oficial en el Festival de Cannes.
 
Treinta y siete días antes estabas viendo el correo electrónico en tu computadora, te das cuenta que recibes un mail donde tienes la acreditación para ir al festival de Cannes. Jamás has viajado a otro país y ni siquiera hablas francés, vaya ni tienes dinero para pagarte un viaje. Te preguntas ¿Podré ir?, ¿Cómo será ese lugar?, ves videos en youtube y lo primero que encuentras son imágenes de alfombras rojas, artistas que se bañan con flashes de cámaras y cine, mucho cine. Cierras y apagas la computadora, te vas a la cama a dormir pero no puedes, piensas y piensas.
Despiertas y lo haces por que no estas cómodo, hay un constante movimiento de arriba hacia abajo y un zumbido que no tiene fin. A tu alrededor como zombies hay gente que camina por los pasillos, solo ves lucecitas rojas o amarillas, entonces a tu izquierda se enciende una luz que te pega en la cara, volteas para verla y te quedas perdido en esa imagen, es el cielo al amanecer, vas entre las nubes y no lo crees, quisieras que te diera el aire, abrir la ventana como cuando de niño sacabas la cabeza en el camión hasta que tu madre te llamaba la atención. Ves las nubes y dices en tu mente “ahí esta Dios”, estas viviendo una revelación y de pronto alguien cierra la ventana para acomodarse nuevamente a dormir. Suspiras pues ya no puedes seguir viendo ese gran paisaje, pero cierras los ojos y caes en cuenta, estas volando a Francia, así empieza todo.
 Magia vista desde la ventanilla

“¡Bienvenidos a Europa!”
Así nos gritaron cuando íbamos corriendo por el aeropuerto Charles de Gaulle en Paris, el avión para Niza estaba a punto de irse y nuestro vuelo había llegado demorado. Acababa de comer, sabía que tenía que comer y bien porque probablemente ya no comería nada fuerte hasta mañana, lo que no sabía es que 5 minutos más tarde tendría que correr con una maleta de 15 kg durante 20 minutos.
Mientras lo hacía recordaba cuando en la secundaría nos pusieron a darle 10 vueltas a la cancha de futbol, en la vuelta 7 ya no podía, quería vomitar, me dolía el estómago, jamás volví a sentir esa sensación de asco forzado hasta ese día corriendo en el aeropuerto de París. “Córrele Rafa si no nos dejan” me gritaba Andrés que ya iba muy por delante. Llevaba el pasaporte y el pase de abordar en la mano izquierda y la maleta en la derecha. Control, un guardia ve mi pasaporte, no tengo ningún sello, es la primera vez que viajo al extranjero. “¿Cuánto tiempo va a estar en Francia?” me pregunta, “Del 14 al 26 de mayo” respondo. “¿Para donde va?” “Voy para Cannes” titubeo “Para Can, El Festival de Can” recuerdo que allá lo pronuncian sin la “es”, nos falta un buen tramo por correr y el policía se rie, “Papeles” me dice, tengo que abrir la maleta, estoy sudando, me siento como en la escena de Expreso de Medianoche, acechado por los guardias. Logro sacar mis documentos y la carta de invitación al Festival, su risa se va, ahora me ve con respeto “Adelante”, seguimos corriendo.
Control de líquidos
Tengo que quitarme todas las monedas, abrir mi maleta, sacar mi laptop y mis cámaras, también la cartera y el pasaporte para poner todo en una charola que pasará por rayos X mientras cruzo un detector de metales. Recojo mis cosas, sigo corriendo, pasillos, escaleras, pantallas, hay que buscar la puerta de salida del vuelo, no la encontramos, nos quedan 5 minutos, la encontramos, seguimos la simbología, “Córrele Rafa” me dice Andrés, mis piernas empiezan a doler, “Señor dame fuerzas, por favor” me digo. Llegamos a la fila empapados de sudor, entro al avión, logro sentarme junto a dos japonesas, respiro y exhalo, respiro y exhalo y digo “Gracias Dios mío” las japonesas solo miran, minutos después se cierra la puerta e inicia el despegue. Nota mental, si algún día vuelvo a viajar en un trasatlántico, debo dar más de 3 horas de escala para no pasar por este suplicio. Veo la torre Eiffel desde el cielo, esa es mi gloria, sin dolor no hay gloria, no la veré de regreso pues estará nublado. Debo decir que para cuando lleguemos nuestras maletas no las encontraremos pues vendrán en otro vuelo mas tarde y tendremos que levantar una orden para que nos las envíen hasta Cannes.
 Paris desde los cielos.
Después de caminar otro tramo y abordar el tren en Niza llegamos a la estación de tren de Cannes. La gente cruza por doquier, el clima es fresco, una mujer que conocimos en el tren nos ayuda a encontrar la parada de autobuses, pero ese día hay huelga de transportes, menos mal porque dos días después habrá huelga de vuelos y varios pasajeros se quedaran atorados en otros lugares.
Caminas por Cannes y ves cafés y restaurantes donde la gente disfruta el momento, todos parecen artistas esperando ser fotografiados; las avenidas están bañadas con aparadores que te presentan maniquíes vestidos a la elegancia del lugar y mas tarde te parecerá ver que esos maniquíes cobran vida pues verás a gente como ellos en las calles.
Algunos cafés.

¿Preparados para entrar al “palé”?
Así le dicen al palacio de festivales. Mientras caminas ves gente afuera con letreros donde piden una entrada regalada para ver una película, los verás todo el tiempo y hasta vestidos de gala pidiendo el boleto.
La gente de Cannes pide boletos gratis para ver las películas del festival.[/caption]
Entras, los guardias te revisan lo que traes y pasas por un detector de metales y ¡vuala! bienvenido al Festival de Cannes. Te sientes como a la entrada de un casino de Las Vegas, hay luces que adornan el letrero cual si fuera marquesina, te tomas la foto, te tomarás muchas fotos por toda la ciudad. Pasas por los pasillos y empiezas a ver gente de todos los tamaños y colores, todos están aquí por algo, el cine.
  De izquierda a derecha su servidor Rafa, Marién Salazar y Andrés Gurruchaga en la entrada del Palais Des Festivals.

“Aquí están todos los directores de los festivales de cine más importantes del mundo, todas las casas productoras importantes, distribuidores y compradores, todos los que están en el “bisnes” están aquí en Cannes” nos dirá una directora de un festival de cine a la que le estaremos bien agradecidos. “Te recomiendo que visites cada pabellón de los países y te presentes con ellos, diles que estas interesado en mandar tu trabajo a su país; ve al mercado de cine, no digas que traes un corto, di que eres un productor y que estas buscando películas, metete a los cocteles, cada país organiza fiestas y cocteles cerca de la playa y ahí conoces mucha gente, vayan a las fiestas, pregunten por ellas, la mayoría de los países organizan su propia fiesta” Días después nos encontraremos con ella y nos invitará a una fiesta en la terraza del Radisson Blu donde la gente beberá todo lo que quiera y bailará con todo y vestidos en el interior de una piscina.
En Cannes no sabes lo que te espera: las películas que verás, la gente que conocerás, todavía tengo mucho que contarte.
Continuará...

El Radisson Blu en Cannes

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