Colosio Solitario - La Opinión

Por Raciel D. Martínez Gómez

Estuvo cerca de transcurrir dos décadas sin un testimonio de la muerte de Luis Donaldo Colosio. Empero, fue el cineasta Carlos Bolado, notorio por Bajo California y Promesas, quien filma en Colosio: el asesinato una versión correctamente tibia del complot orquestado desde las altas esferas para asesinar al candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

La película aparece en un contexto electoral que a muchos les pareció más que tendencioso, sobre todo por la serie de alusiones maquiavélicas que hace la cinta en torno a Carlos Salinas de Gortari, ex presidente de la república en el tiempo que mataron a Colosio. La alusión en Colosio, claro, es directamente en contra de quien fuera su asesor, José María Córdoba Montoya, pero se entiende que a final de cuentas fue el brazo operativo de Salinas, quien es el blanco de fondo en el movimiento anti Peña.

Destaquemos que este último año ha sido muy prolijo en cuanto a películas de corte político que lo mismo abordan contextos otra intocables, problemáticas recientes y en general intentan narrar el nuevo tejido social que impera en México.
Ahora bien, señalemos algunos aspectos contextuales que ayudan a comprender el valor de una película como la de Bolado.

Por ejemplo, digamos que se filmaron de 2011 hacia acá Borrar de la memoria de Alfredo Gurrola González, sobre el contexto de 68; Días de gracia de Everardo Gout; El lenguaje de los machetes, de Kyzza Terrazas menciona al conflicto de Atenco; Ella y el candidato de Roberto Girault; Lecciones para Zafirah de Carolina Rivas sobre los migrantes al igual que Nómadas de Ricardo Benet; Miss Bala de Gerardo Naranjo sobre el narcotráfico y la paródica Salvando al soldado Pérez de Beto Gómez que describe estereotipadamente el crimen organizado.

Recordemos también el impacto de una película como Presunto culpable de Roberto Hernández y Layda Negrete, que trata sobre las irregularidades de los procesos del sistema penal mexicano. Hay que esperar cómo viene Gimme the Power, documental de Olallo Rubio sobre el grupo de rock Molotov que narra el panorama sociopolítico del último México.
En este sentido, habría que traer a colación el hecho de que nuestra historia cinematográfica ha sido insípida en cuanto a la apertura política se refiere.

La sombra del caudillo (Bracho) y Vámonos con Pancho Villa (De Fuentes), fueron cintas malditas que de alguna u otra forma permanecieron enlatadas durante largo tiempo. En México desatendemos a Porfirio Díaz; la huelga de los textileros en Río Blanco; los movimientos obreros de Cananea, Sonora; la huelga de los ferrocarrileros; biografías de los líderes petroleros y/o magisteriales y/o de los pepenadores; los fraudes electorales; ascensos y descensos catastróficos de figuras parlamentarias; los conflictos partidistas; el nacimiento de monopolios privados; el Temblor de 1985 o la colombianización de la sociedad mexicana.

A 18 años del tan convulsionado 1994, no hay un testimonio de la entrada del Tratado de Libre Comercio que vislumbraba un modelo económico de mixto a neoliberal ni del movimiento indígena del Ejército Zapatista de Liberación Nacional que rechazaba su condición y visibilizaba la periferia. Tampoco existían películas de las muertes de Colosio y de Francisco Ruiz Massieu que evidenciaban la escisión del PRI como sistema hasta que llegó la versión de Bolado.

Dentro de esta insípida apertura política destaca por supuesto Rojo amanecer (Fons) y El bulto (Retes) también aportó con un discurso insinuado una mínima referencia a la represión de 1971 en el Distrito Federal -la llamada halconiza. Tampoco habría que negar el cine de José Estrada: La ley de Herodes, Un mundo maravilloso y El infierno.

Vale la película de Bolado por trascender el clima de asfixia de Fons y la refracción de Estrada, por eso gana en verismo y en tiempo sólido para argumentar el teje y maneje político. Más en deuda con Bracho, Bolado consigue un relato con muchos aciertos sobre todo del lado de sus personajes de pasillo y oficina (Córdoba y Ruiz Massieu). Me quedo pensando sólo en lo que hace Oliver Stone con JFK y lo que filman otros maestros como Alan Pakula y Michael Mann. Y, todavía así, aunque no alcance la densidad del thriller político de Stone, es muy convincente la decisión de Bolado en Colosio: de que, a la par que transcurre la investigación que se bifurcó hacia la tesis del asesino solitario, también transcurra la otra historia llena del secretismo más ominoso.

Colosio: el asesinato. Director: Carlos Bolado. Con: Daniel Giménez Cacho, José María Yazpik, Kate del Castillo y Odiseo Bichir. Duración: 102 minutos. México, 2012.



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