En un mundo mejor, de Susanne Bier

por Juan José González Mejía
53 Muestra Internacional de cine en Xalapa

En alguna entrevista David Cronenberg, a propósito de su filme Una historia violenta/ 2007, manifestaba convincente que la violencia tenía causales hereditarios, genéticos.
Para la danesa Susanne Bier en su burilada En un mundo mejor (Hævnen)/ Dinamarca- 2010 es más asequible el axioma ortegueano de “yo soy yo y mi circunstancia” al plantear una historia condensada en varias perspectivas de la violencia: desde la víscera misma del ser humano y de su contexto político-sociológico, de allí el proto geográfico inicio segmentado: el médico Anton (Mikael Persbrandt) en su labor en África en un lugar convulsionado por la tiranía y la guerra; en Dinamarca, el primer mundo, el desajuste emocional de su hijo Elias (Markus Rygaard) padeciendo bulliyng en la escuela.
De esta manera Susanne Bier, la cobijada por el tata del Dogmas 95 Lars von Trier, lanza sus redes fílmicas ante un inopinado menú antropológico: la violencia subyacente bajo los cánones de los tenores sociales resquebrajados.

De allí que el nudo esencial para concatenar sociedades distantes, mejor dicho: para universalizar la hecatombe moral y material esté bien justificada en la gélida relación de los padres de Elias y la situación en el campo de refugiados, sazonada con neurálgicos terremotos periféricos: la orfandad de Christian, el amigo de Elías, y su angustiosa manera de pensar ante la violencia - la secuencia en el taller mecánico es magistral y alusiva, cuando Anton le demuestra a sus hijos que el tipo agresivo que lo abofeteó está equivocado, que es preferible poner la otra mejilla antes de hacer uso de la venganza (hævnen, en danés).
En manos de un director convencional la situación descrita anteriormente quedaría en la mera moraleja ramplona, pero Susanne Bier (con algún dejo buñueliano) irrumpe con esquemas sicológicos profundos. La incomprensión de Elías y Christian hacia la actitud de su padre ante el mecánico detonan en ellos una venganza soterrada no equidistante de los idearios de los combatientes africanos. Aquí la pepita de oro del filme: la violencia y la venganza tienen mucho en común, sí pero teniendo como termómetro el dilema moral, sino cómo entender el axiomático principio de redención de Anton ante la brutal e inhumana acción del sátrapa africano con sus víctimas mujeres y, sobre todo, la visión inquietante que tiene Christian sobre la venganza.

Si en Hermanos (Brode)/ 2004 y Después de la boda (Efter bryllupet)/ 2006 Susanne Bier deslizó con portentosa narrativa visual sus temas tan caros (extrapolación de la preocupación primermundista hacia los conflictos y padecimientos de otras partes del orbe), en Un mundo mejor depura su discurso fílmico, con una estética sobria, con un híbrido efectivo entre el Dogma 95 y el melodrama hollywoodense cuyo resultado fue el Oscar por Mejor Película en lengua no inglesa en 2011…

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