
Su paso al cine fue producto de la buena suerte. Alfonso Arau -actor y director mexicano muy popular a principios de los setenta- se interesó inmediatamente en producir un filme basado en la novela de Esquivel. Al fin y al cabo ella no podía poner muchas objeciones, pues el interesado en filmar la historia de amor entre Tita y Pedro era su esposo. En los últimos años Arau no era muy popular en México, pues su carrera la había continuado en Hollywood, casualmente el lugar en donde hacer cine es algo de lo más común.


¿Se puede conjuntar un éxito económico con un éxito a nivel artístico? Definitivamente la respuesta es sí. Desgraciadamente el cine mexicano se ha debatido en dos polos artificialmente opuestos: el cine comercial -barato y vulgar- y el cine de arte -pretencioso y aburrido. Los cineastas mexicanos de calidad han insistido en contarnos historias que no nos interesan, ya sea porque no se comprenden, o porque no tienen elementos que apelen a nuestra más elemental atención. Como agua para chocolate encontró el "hilo negro" del cine de éxito: una historia interesante, bien realizada y, no hay que olvidarlo, comercializada de manera inteligente.
Historia de amor y buena comida ubicada en el México fronterizo de principios de siglo veinte. Tita y Pedro ven obstaculizado su amor cuando Mamá Elena decide que Tita, su hija menor, debe quedarse soltera para cuidar de ella en su vejez. Enmedio de los olores y sabores de la cocina tradicional mexicana, Tita sufrirá largos años por un amor que perdurará más allá del tiempo.
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