28 Days Later "Exterminio"

SINOPSIS: Unos activistas contra la crueldad en animales penetra en un recinto secreto donde descubren un terrible experimento en primates. Ignorando la consecuencia de sus actos, liberan a los simios y desencadenan una epidemia sin igual, que transforma en segundos a los infectados en monstruos llenos de rabia que se mueven por el único deseo de matar. 28 días después, Jim se despierta en un hospital de un Londres completamente vacío. Al menos, eso es lo que parece...

En 1954 el autor de relatos y novelas fantásticas Richard Matheson publica Soy leyenda (I Am Legend), en la que un hombre sobrevive a una epidemia y debe enfrentarse a un mundo plagado por una especie de zombies (en realidad, vampiros), en lo que se han transformado los hombres, y combatir la soledad y el miedo sin sucumbir al desánimo que podría significar el fin último de la humanidad. A partir de esta estupenda novela se filman dos adaptaciones para la gran pantalla, Last Man on Earth, de 1964 con Vincent Price, y The Omega Man (en España, El último hombre... vivo) con Charlton Heston en 1971. Lo que tampoco puede negarse es la influencia del relato de Matheson en otras obras y filmes, como en todo el género de películas sobre zombies, donde se conjugan elementos folklóricos y de la tradición literaria y cinematográfica anterior, con el pesimismo y el fatalismo de la obra mathesoniana, cuyo mejor e insuperado ejemplo es La noche de los muertos vivientes de George A. Romero.

Sirva esta introducción para resaltar uno de los hechos más relevantes de 28 días después: el que Danny Boyle (Trainspotting) y su guionista Alex Garland (La playa), tomen un tema mil veces visto y consigan darle un aire de producto novedoso y que es parte de su éxito. Indudablemente, al realizar todo el filme con cámaras digitales, otorgando a la fotografía ese aire de reportaje televisivo, Boyle consigue que el espectador se identifique con la situación de un modo más efectivo. En esta época en que nos hemos acostumbrado a ver casi de todo por televisión -guerras, mutilaciones, accidentes, asesinatos-, las imágenes de Boyle nos resultan familiares pero al mismo tiempo más impresionantes que de haber sido filmadas con las técnicas tradicionales. Hay un factor añadido, voluntario o no, y es que para las primeras escenas en las que el protagonista, Jim, recorre un Londres vacío y fantasmagórico, se hizo imperativo recurrir a la técnica digital que permitía resolver las escenas en pocos minutos, sin necesidad de detener el tráfico y la actividad normal de la ciudad, cosa que hubiese sido inevitable con las cámaras de película convencional. El resultado, y es lo que cuenta, es que dota de mucha fuerza a las ya de por sí crudas imágenes y al mismo tiempo permite la transición de una escena a otra, a imágenes casi oníricas sin que ello afecte a la credibilidad de la narración (como es el caso de la huida de Londres a la campiña).

Como corresponde a la cinematografía británica actual y como otro aliciente más de la película, hay una notable crítica social, a la humanidad en general, dentro del filme. El auténtico monstruo aquí no es el infectado por el virus sino el hombre, cuyo deseo de prevalecer se acentúa en una situación crítica en la que deja rienda suelta sus más bajas pasiones e instintos, perdiendo del todo su humanidad, los valores que deberían de guiarle. Boyle entronca así con un cine de terror o anticipación más clásico, en el que la denuncia es tan importante como la faceta artística del filme: aquí el hombre se demuestra como el peor enemigo de sí mismo, incluso el causante de su propio exterminio. Eso me lleva a aludir a algo que seguramente será lo más criticado de 28 días después, y es un final a primera vista demasiado violento, de una violencia anormal para el personaje protagonista. Personalmente pienso que no es más que el final lógico, considerando la evolución de Jim y de las circunstancias en la que se ve inmerso: nuevamente, es el deseo de sobrevivir lo que nos hace convertirnos en bestias.

28 días después está inmejorablemente hecha y demuestra que cuando hay un buen director y una buena historia, el presupuesto cuenta menos que las buenas intenciones y la profesionalidad con la que actúan los participantes en la película. Es el caso de los actores, la mayoría novatos en el cine, quitando a Brendan Gleeson (Gangs de Nueva York) o Christopher Eccleston (el padre en Los otros), ejemplo de que las "islas" (Irlanda incluida) son una fuente de inmejorables actores.

FUENTE: El Pasadizo.com



0 comentarios:

Quizás también le interese

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...